No se fue por dinero

12 Oct No se fue por dinero

Es una verdadera lástima que no se puedan recuperar los cuatro años de artículos que tuve la suerte de aportar a elValencianista.com. Especialmente aquellos publicados en verano de 2011, cuando al Valencia CF le explotó en la cara un asunto que, seamos francos, tarde o temprano iba a terminar haciéndolo.

Porque la «fuga» de Isco Alarcón al Málaga, con el posterior «pollo» entre clubes, el pago de la cláusula y el reclamo del IVA, fue un asunto de todo menos económico. Puede sonar contradictorio, pero la historia se escribe con episodios tan nefastos como este. Aquel mes de agosto, a través de redes sociales y de la web anteriormente citada, hubo que soportar a dos tipos de aficionados muy específicos: los malaguistas que se recochineaban del fichaje alegando que el jugador quería «volver a casa» y poniendo como aval el poderío del jeque Al-Thani; y los valencianistas desengañados que tildaban de «pesetero» al jugador. «No nos perdemos nada» y «por seis millones es una grandísima venta»  fueron otras de sus perlas.

Ambos se equivocaban.

Sólo ha hecho falta una frase, una declaración, hoy en laSexta merced al fenomenal trabajo de Chema Mancha (que sabe de qué va este asunto) para tumbar ambas teorías. «Me fui porque había un entrenador que no confiaba en mi», afirma el chaval. Cortita y al pie, Isco habla en este sentido igual que juega.

Echo la vista atrás y rememoro episodios de aquel verano, con mención especial a un Alberto Santamaría (no encontraréis a ningún periodista en Valencia que maneje tanto y tan bien los temas de cantera en Paterna) indignado y cabreado por el evidente, evidentísimo error de bulto cometido por el club al gestionar tan delicada situación. Era predicar en el desierto.

También recuerdo una charla con un miembro del club a la puerta de las oficinas, cuando la venta de Isco estaba a un paso de cerrarse. Su frase fue demoledora: «¿Cuántos partidos has visto a Isco en el filial para decir que va para figura?» Tal cual. Es decir, que para saber si un jugador es bueno o no, debes haberle visto decenas de partidos, no basta con un puñado. Menos mal que los ojeadores y «scouts», los que sí saben de fútbol, reconocen el talento al poco de verlo.

Isco Alarcón se marchó al Málaga en verano de 2011, principalmente, por culpa de un técnico que le prometía oportunidades para luego no dárselas. Por no ir, no iba ni convocado. El de Benamiel vivió esa situación durante más de un año, con frustración, decepción tras demasiadas falsas promesas e incredulidad visto que en las categorías inferiores de la Selección sí que le daban la manija sin problema alguno. El jugador se lo dijo claro al técnico poco antes de marcharse: «Míster, ya no confío en tí».

Si a esto le sumamos la falta de entendimiento entre secretario técnico (cuya opinión debería prevalecer siempre en estos casos) y el citado entrenador; las ganas del padre del futbolista de «volver a casa» y ganar algo de dinero por el camino; la incredulidad del presidente del Valencia en que el Málaga fuese en serio a por el jugador (Llorente no creía que los de Martiricos pagarían seis millones por un jugador sin experiencia en Primera); un Pellegrini que hizo sentirse importante a Isco desde incluso antes de aterrizar en la Costa del Sol… Creo que la película se explica por sí misma.

Quizá lo más sorprendente es ver como, por activa y por pasiva, se ha intentado «vender» dicha operación como un éxito económico y trasladar toda la responsabilidad al chaval, tanto por aquellos afines al club como desde dentro del propio Valencia. ¿Seis millones de euros? Isco es un jugador de treinta millones. Recuerdo haber escrito eso en agosto de 2011. El tiempo, por desgracia, da y quita la razón. En casos como este, los cuatro gatos que por aquel entonces se daban cabezazos contra la pared por semejante error de gestión han acabado teniéndola.

Y aquí no pasa nada. Nunca pasa nada.

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