Pros y antis

27 Mar Pros y antis

David Albelda | Foto: elmundo.es

David Albelda | Foto: elmundo.es

 

No os hacéis una idea de lo que cansa tener que hablar de este asunto. El pasado lunes, David Albelda era «cazado» por un radar particularmente sensible colocado estrategicamente a la salida del túnel que da a la Avenida de las Cortes Valencianas. El jugador circulaba a 75 km/h en un tramo en el que el límite son 50 km/h. Vamos, que circulaba con normalidad, como tu y como yo, con la desgracia de que estamos a finales de mes y que el dispositivo de tráfico habilitado por nuestro queridísimo Ayuntamiento de Valencia tiene como objetivo recaudar lo máximo posible después de las festividades falleras. Albelda, como no menos de un centenar de conductores a lo largo del lunes, fue parado, multado y pagará (o ha pagado, si atendemos a lo que el propio jugador escribe) la «receta» correspondiente.
Fín de la historia. O no.

 

Para nuestra desgracia, diversos factores confluyen en que hace 48 horas se montase un buen «pollo» por una noticia cuyo contenido debería quedarse en lo meramente anecdótico. El propio protagonista, con su reacción airada, ayudó a hacer la pelota más grande. Sus detractores, muchos, aprovecharon para hacer leña de su infracción. Sus defensores, también muchos, no tardaron en echarle la culpa al mensajero (en este caso, el periodista Dani Meroño) y atacaron con dureza al redactor de la noticia original y a cualquiera que osase darle difusión. En este caso, a servidor.

 

Para zanjar un debate absurdo, regresemos a primero de Periodismo para recordar un concepto que, al menos en mi caso, intentaron grabarme a fuego en el cerebro: los factores de noticiabilidad. Una noticia lo es por varios factores (interés humano, espectacularidad, relevancia, periodicidad, fuente, protagonista del hecho…) y, a la postre, depende del periodista darle más o menos importancia dependiendo de todos ellos. En el pasado, en nuestra ciudad hemos tratado el atropello de Miguel Brito a dos peatones, el accidente de Ricardo Costa (por exceso de velocidad, y por suerte sin consecuencias), el autoatropello e incendio del coche de Banega, la conducción sin carné de Feghouli, el positivo por alcoholemia de Parejo… Y nunca nadie osó cuestionar lo noticiable de estos hechos. No obstante, esto sí ha ocurrido con la multa a Albelda. «Es su vida privada», argumentan algunos. ¿Y en los casos anteriores, no lo era?

 

Hay que ser justos, en la vida y en el periodismo. Si bien la falta del capitán blanquinegro es una nimiedad en comparación con alguna de las barrabasadas enumeradas en el anterior párrafo, lo ocurrido el pasado lunes ciertamente es lamentable y denota el nivel de degradación que hemos alcanzado en esta ciudad. Al autor de la información, cuyo titular inicial quizá pudo ser menos sensacionalista, le cayeron palos hasta la extenuación por hacer bien su trabajo. Inadmisible. Del mismo modo, se ha generalizado el pensamiento de que los periodistas contamos cosas en función del protagonista («a Albelda lo protegéis»«a Albelda lo atacáis», «si lo llega a hacer Banega lo lincháis», etc). Más inadmisible aún.

 

Hablo por mí: David Albelda es un tipo con el que mantengo una relación normal y corriente, cordial, que nunca ha ido más allá de la profesionalidad. Considero que había que dar la información, del mismo modo que considero que no se puede hacer una montaña de un grano de arena ni usar la multa por exceso de velocidad como arma arrojadiza contra él. Entre otros motivos, porque lo que le ocurrió al jugador me podría haber sucedido a mi, o incluso a ti.

 

Los pros y los antis están haciéndose con el control a pasos agigantados, cohibiendo la libertad periodística de contar lo que se considera noticiable y convirtiendo la actualidad en una discusión contínua de barra de bar, veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Una noticia es una noticia. Lo demás es ruido. Y por desgracia, a este ritmo, vamos camino de quedarnos sordos como tapias.

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