Oscars 2013 (I): Dos horas y media de música y tiros

26 Ene Oscars 2013 (I): Dos horas y media de música y tiros

Fantine lo pasa fatal, pero el Oscar se lo lleva de calle... | Foto: Les Miserables

Fantine lo pasa fatal, pero el Oscar se lo lleva de calle… | Foto: Les Miserables

Menudo mesecito… Dada la actual situación de mi querida radio, y a una serie de proyectos en marcha que me roban cualquier resquicio de tiempo para darle a la tecla, enero ha pasado a ser un mes fantasma por estos lares. ¿Vamos con un resumen heterogéneamente breve de este inicio de año?

Por motivos obvios, han sido semanas de muchas palomitas. Por alguna extraña razón que no alcanzo a entender, las distribuidoras españolas se empeñan en recargar las fechas navideñas con una cantidad abrumadora de estrenos «oscarizables». De esos que estás obligado a ver a poquito que te guste el cine. Por desgracia, la economía está como está. Las entradas de cine son el azafrán del entretenimiento moderno, los piñones del tiempo libre en 2013. Oro fundido y convertido en papel para que te lo sellen en la puerta. Pronto los abuelos no nos darán estrenas en Navidad: directamente, nos darán un sobre con un par de tickets para acudir al multicine más cercano. «Y lo que te sobre, para chuches». Ya. Como si sobrase algo…

Al tema. «Les Miseràbles» se ha convertido en la película a batir tras la celebración de los Globos de Oro hace unos días. Multinominada, multipremiada, con un reparto de campanillas y dos actuaciones que sobresalen por encima del resto: un Hugh Jackman soberbio en todos los aspectos, y una Anne Hathaway que protagoniza los cuatro minutos más desgarradores del año. Sí, la escena del «I Dreamed a Dream». Del resto del reparto, simpáticos Sacha Baron Cohen y Eddie Redwyne (sí, el clon de Fernando Torres), mientras que Amanda Seyfried y Helena Bonham Carter dejan algo fríos al personal. Los críos lo bordan (son los mismos que interpretan la obra en los escenarios de Londres), al igual que Samantha Barks, quizá el descubrimiento del filme en mayúsculas. Para el final dejo a Russell Crowe. Se le han dado bastantes palos por su voz «rockandrollera» y ha dividido a la audiencia sin remisión: o lo amas, o lo odias. En mi caso particular, al bueno de Russell le queda un Javert más que digno, intimidante en la mayoría de ocasiones y cuyo arco argumental es uno de los más poderosos a lo largo de la película.

 

Di Caprio pasado de rosca | Foto: Django Desencadenado

Di Caprio pasado de rosca | Foto: Django Desencadenado

 

Parece que Hollywood ha adoptado definitivamente el nuevo estándar en lo que respecta a la duración de sus películas. Si hace treinta años se estableció que los noventa minutos eran el «sweet spot» de la industria, a fecha de hoy parece que tu película no puede ser digna de consideración si no supera las dos horas y media de metraje. Una salvajada se mire por donde se mire, reservada antaño para producciones muy puntuales («Titanic» y la trilogía de «El Señor de los Anillos» son los ejemplos recientes más recordados) y que ahora se ha convertido en la norma.

«Les Miseràbles», 158 minutos «oficiales». Lo mismo ocurre con «Django Desencadenado»: la cosa se alarga hasta los 165 minutos. A todas luces, excesivo. ¿Qué pasa, los productores de Hollywood tienen miedo de enfadar a sus directores metiendo la tijera? ¿Dónde demonios se han metido los montadores, ese gremio que se encargaba antaño de eliminar la grasa sobrante para dejar una película con ritmo, fluida y sin escenas redundantes?
Lo último de Tarantino, como es habitual, polarizará a las audiencias. Si eres fan del realizador de Knoxville, como servidor, disfrutarás como un enano con el personaje de Christoph Waltz, reirás sin parar con la genial creación de negro racista encarnado por Samuel L. Jackson y gozarás de la maestría de Tarantino a la hora de escribir diálogos que a la mayoría de guionistas les costaría dos vidas ser capaces de idear. Si, por el contrario, Quentin (que cada vez se parece más físicamente a Joaquín Reyes) te resulta un tipo cargante, excesivo y sobrevalorado… ¿qué demonios haces en la sala? «Django» peca de un último tramo con demasiados finales, un bajón considerable en el segundo acto y un par de personajes que no acaban de ser redondos. Vamos, que no es «Pulp Fiction». Sin embargo, será recordada por la habitual dosis de violencia extrema, situaciones surrealistas (impagable el momento del Ku-Klux-Klan) y por ser capaz de darle un aire malévolo a un actor tan impoluto como Leonardo di Caprio, en el que supone su mejor papel desde «Critters III».
"Homeland", la película | Foto: Zero Dark Thirty

«Homeland», la película | Foto: Zero Dark Thirty

Para acabar, «La Noche Más Oscura». Como ocurre habitualmente, desafortunadísima traducción del original «Zero Dark Thirty» que habrá que agradecer a la distribuidora. La crítica especializada ha destacado el «papelón» (sic) de Jessica Chastain en la piel de una implacable agente de la CIA encargada de perseguir, encontrar y dar caza a Bin Laden a lo largo de una década. Quizá el visionado de «Homeland», un producto con un personaje principal muy similar, me haya malacostumbrado. Se dice incluso que la Maya del filme de Kathryn Bigelow y la Carrie Mathison de la serie están basadas en la misma persona real. Sea como fuere, la pelirroja acaba perdiendo el asalto ante la rubia catódica y se nos muestra como un ente más plano, menos emocional y con infinitamente menos matices. En «Zero Dark Thirty» la protagonista no es el elemento impulsor de la trama, sino que constituye un agente reactivo a todos los acontecimientos que se precipitan a lo largo del (nuevamente excesivo) metraje: 157 minutos de los cuales, eso sí, hay que destacar la última hora al completo, en la que se nos muestra con pelos y señales el asalto a la casa que Bin Laden ocupaba en Abbottabad.

Las tres mencionadas, junto con «El Hobbit» (que ya reseñamos en Navidad y que, con sus 169 minutos de duración, establece el récord de duración entre las anteriormente expuestas), constituyen el 50% de esos largometrajes 2012 de obligatorio visionado para cualquier cinéfilo. Pendientes quedan otras sorpresas agradables como «Argo», «El Lado Bueno de las Cosas», «La Vida de Pi» o «Lincoln», que lleva dos meses pululando por las carteleras americanas y que aquí nos llega a finales de enero. Daniel Day-Lewis tardó un año en lograr la caracterización y el acento ideales para encarnar al presidente estadounidense. Por las primeras reacciones y si nos atenemos al trailer en nuestro idioma, parece que el doblaje al español no ha estado demasiado afortunado.
De estas películas, y de doblaje, hablaremos el próximo día…
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