10 Abr Lagunas fundacionales
Abrimos semana todavía con los ecos del taquicárdico final en Mestalla (2-1) y, por qué no decirlo, de los exabruptos de Jonas celebrando el gol. Cualquiera que haya jugado al fútbol sabe de la tensión acumulada en un momento así. Un sector de la prensa y de la grada demonizará y colgará del palo mayor al ariete brasileño; por mi parte, sinceramente pienso que es mejor dejarlo correr. Jonas es de los pocos que lleva haciendo bien sistemáticamente su trabajo desde que aterrizó en Valencia a principios de 2011. Además, tenemos asuntos más importantes en los que invertir nuestros pensamientos. La actualidad obliga.
La «nueva» Fundación VCF ha arrancado su periplo con mal pie. Independientemente de que Manuel Llorente se haya bajado del tren en marcha, la puesta en escena del pasado miércoles no pudo ser más incómoda: «No vamos a vender el Valencia», exclamó Federico Varona sin pestañear. El nuevo presidente del organismo que posee la mayoría accionarial del club, obedeciendo a quién sabe qué argumentario, cerró de un portazo cualquier vía de inyección económica externa al club. Movimiento arriesgado y escasamente práctico que, con el paso de los días, Varona se ha visto obligado a matizar muy poquito a poco.
La hoja de ruta del nuevo Patronato de la Fundación posee, de partida, infinidad de lagunas. Si el plan es reducir todavía más el potencial deportivo del club para ajustar lo máximo posible los gastos a la economía de guerra que se pretende promulgar, el perjuicio sobre el césped será más que evidente. «Cantera», responden los patronos, como si dicha palabra fuese la panacea. Y podría serlo, como ya apuntamos en este espacio hace meses, de haberse cuidado con el cariño que merecía. A fecha de hoy, no obstante, seguimos hablando de una estructura arcaica tanto de captación como de formación si la comparamos con otros clubes del calibre del Valencia. De un filial que pasó por apuros a principios de temporada hasta la llegada de un Paco López que va a lograr la salvación holgada en Segunda B con un grupo de futbolistas que promedian 21 años de edad.
¿«Cantera»? Lagunas. Muchas lagunas.
Otro punto de roce permanente en las últimas horas radica en la presidencia del club. Esa figura de máximo dirigente valencianista, tan denostada desde hace años y que en apenas una semana ha virado de Llorente a Vicente Andreu Fajardo, pasando por Fernando Giner durante el fin de semana. Manuel Llorente se marchó de la poltrona no sin antes cumplir con un par de últimos ‘compromisos’ mediáticos adquiridos -en todas las acepciones que se os vengan a la mente-, y Andreu aterriza en ella días después de poner a caer de un burro a los nuevos patronos de la Fundación o, en sus propias palabras, «los nuevos salvadores de la patria». La pirueta tiene como último tirabuzón la sinergia entre Braulio Vázquez y el presidenciable Amadeo Salvo para negociar la continuidad de Valverde… o la llegada de un nuevo técnico el próximo verano. Más lagunas.
Remata esta extraña fotografía la presencia en el entorno blanquinegro de propuestas, ofertas, inversores que todavía no han salido a la luz y muchísima incertidumbre. Proyectos de la mano de Fernando Gómez, de Antonio Sesé y alguna vía más que permanece en el anonimato a la espera, por ejemplo, de que Varona acepte sentarse en la mesa a escuchar. La Fundación VCF y el consejo del club ya han movido sus piezas, sacrificado peones, colocado alfiles en lugares estratégicos y apostado caballos para cualquier movimiento inesperado. Pero la partida no ha hecho más que comenzar, y cada movimiento dentro o fuera de la entidad sacudirá con fuerza unos cimientos que, de partida, siempre fueron inestables.
¡Y cuidado! Que nadie lo olvide. Que nadie olvide que nos podemos permitir el lujo de hablar sobre todos estos asuntos societarios con relativa tranquilidad porque a Jonas le dio por marcar un golazo sobre la bocina al Valladolid. El fin de semana que viene repetiremos el rito y viviremos más tensión sobre el césped: ganar implica seguir colocando vías del tren a la carrera mientras la locomotora se sigue aproximando; perder implica descolgarse de la carrera por la Champions y morir arrollado por un mercancías que no se detendrá por nada. Ni por nadie.
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