31 May ‘La Balada del Bar Torino’: un padre y un hijo
Este libro engaña. Engañar no es lo mismo que hacer trampa. No hablamos de una obra literaria tramposa. No te da gato por liebre. “La Balada del Bar Torino” (Rafa Lahuerta, Drassana Llibres, 2014) parte desde su misma portada de un repaso más o menos cronológico de la historia del Valencia CF a través de los ojos de un sufrido aficionado. Sí, pero no. No, pero sí. La obra da más de lo que promete. Mucho más.
Es complicado no sentirse identificado con Lahuerta y su repaso existencial, casi mitológico, de la particular relación amor-amor que su familia, a través de diferentes generaciones, ha mantenido con el club y, particularmente, con Mestalla. Un recinto al que se le confiere una mística de catedral, unas cualidades cuasi religiosas para explicar el peregrinaje que cada quince días el hincha lleva a cabo hasta su asiento en el coliseo. Una travesía que tuvo mucho de acto de fe a lo largo de la historia, especialmente en las épocas más oscuras, y que el autor rememora siempre en clave familiar, asociativa, un vínculo invisible hacia vivencias de carácter mucho más íntimo.
El libro engaña porque habla poco del Valencia CF como club. Las reflexiones respecto a la cultura de la entidad, su literatura apenas cultivada a lo largo de un siglo, las engañifas, manipulaciones, populismos, altavoces y maniqueísmos… Están ahí. Están todas ahí. Pero no son, ni de lejos, la columna vertebral del relato. Tampoco lo son las vivencias y peripecias narradas en primera persona, los desplazamientos en sus vertientes multitudinaria y furtiva, los títulos conquistados, las finales perdidas. No, tampoco ese es el hilo argumental.
Al cerrar el libro, al dar vuelta a la última página, es inevitable concluir que “La Balada del Bar Torino” es la historia de un padre y un hijo.
Nací en el Grao, lejos de esa Valencia añeja y tradicional que describe Lahuerta, pero con fondos muy similares. El antiguo Cap i Casal fue su horizonte, su fondo paisajístico; el mío, la playa de la Malvarrosa. A partir de ahí, comienzan las semejanzas. Como el suyo, mi padre me inyectó por osmosis la pasión por el fútbol, el de todos los colores pero, particularmente, aquellos con raíces valencianas. Como el suyo (“al Valencia hay que ir a servir, no a servirse”), cada una de las frases de papá escondía una enseñanza cuyo valor sólo comprendí con el paso de los años. Como el suyo, mi padre se marchó mucho antes de lo que debía. Como Rafa, siento que estoy en una deuda permanente, la de vivir cada día honrando la memoria del hombre que más me ha marcado.
Leer “La Balada del Bar Torino” supone un reencuentro continuo con esa persona que deseaste siempre ser, la que siempre aspiras a ser. Nunca es tarde, dicen. Pero el camino siempre es más llevadero cuando tu referente, tu héroe, tu padre, te lleva de la mano. Cualquier valencianista se emocionará recordando los goles de Kempes, las Ligas de Benítez, la historia fundacional del club, la Copa del 79. Cualquier futbolero se emocionará por la nostalgia de recordar liturgias, costumbres, hábitos de vida al acudir al estadio. Cualquier persona se emocionará, mientras repasa la historia de Lahuerta y su progenitor, al recordar a su propio padre, a esa persona que forjó su carácter a fuego y a la que nunca podrá olvidar.
Un gran libro de fútbol. Un excelente libro de familia. Una maravillosa historia de un padre y un hijo.
«La Balada del Bar Torino» | Rafa Lahuerta | 232 páginas | Izmir, núm. 4. | 17,95€
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