Venta VCF for dummies (III): De aquellos barros, estos lodos

19 Jul Venta VCF for dummies (III): De aquellos barros, estos lodos

*En aras de (intentar) facilitar la mayor cantidad de información sobre el tema, arranca un serial sin principio ni final definidos para hablar de los diferentes matices y apuntes que está dejando el proceso de venta del Valencia CF S.A.D.*

Aprieta el calor veraniego, los ánimos habitualmente templados entran en ebullición y la fractura se hace más honda entre una masa social a la expectativa de resultado definitivo para el proceso de venta del Valencia. Una situación desesperada y desesperante, eterna e inacabable, que podría haberse evitado mucho antes. Mucho, mucho antes: no miraremos al año pasado y a las negociaciones con Bankia para refinanciar la deuda del club -primer y principal objetivo con el que Amadeo Salvo y Aurelio Martínez accedieron a sus respectivos cargos-, sino a verano de 2009, principal punto de inflexión y enésima metida de pata de unos poderes fácticos que siempre trataron al Valencia como su cortijo particular.

LOS PRECEDENTES

Para hablar de la operación de ingeniería social y financiera que Generalitat Valenciana, Valencia CF y Bancaja urdieron en aquel verano, no estaría de más recordar los motivos que impulsaron aquel acuerdo. La temporada anterior, la 2008-2009, había sido un auténtico caos desde incluso antes de su arranque oficial. El boquete de más de 500 ‘kilos’ dejado por Soler había dejadoretratado hasta a sus más firmes defensores, incapaces de explicar o justificar -aunque lo intentaron- semejante alarde de derroche, malgasto y desenfreno monetario. La deuda del Valencia tocó techo. Todavía no había dejado Unai Emery su mochila en la taquilla de Paterna y ya sonaba Luis Aragonés para sustituirle, ya que ‘El Sabio’ era el favorito del nuevo hombre fuerte en la entidad.

Apenas fueron dos semanas, sí, pero Juan Villalonga no tendrá mal recuerdo de ellas al haberse embolsado más de 700.000 euros al día por su trabajo. El empresario fue fichado por Juan Solerpara ser el gestor del club -el constructor retendría el 37% de la masa accionarial-, pero apenas tuvo tiempo de aclimatarse. A los quince días, Villalonga era despedido –«no se ha ido, lo he tirado», bramó Soler- e indemnizado con diez millones de euros, que el todavía presidente puso de su bolsillo. En cuestión de finiquitos, pocas piruetas superan aquella.

Como suele ocurrir en tiempos de confusión, alguien aprovechó la oportunidad para mejorar su posición. ‘El Tigre de Puçol’ iba a ser ese alguien. En el mismo acto que escenificó la patada en el trasero a Villalonga, Soler anunció que Vicente Soriano pasaba a ser nuevo presidente del Valencia CF. Además, se comprometía a pagarle 70,4 millones de euros por su porcentaje del accionariado. Como nuevo dueño y señor del club, Soriano combinó aciertos indudables -como el gran contrato televisivo firmado con Mediapro o las renovaciones de Silva y Villa- con unaalarmante ausencia de soluciones para la venta de las parcelas -aquel célebre papel mostrado por Miguel Zorío- y los acuciantes problemas de tesorería.

La situación se tornó insostenible y comenzó la explosión en cadena a principios de 2009. En febrero se paralizaron las obras del Nuevo Mestalla; días después, una nefasta racha de malos resultados dejaba al club sin Copa ni UEFA, coincidiendo en el tiempo con el impago de la primera mitad de las fichas de la plantilla. Fue quizá el momento de mayor responsabilidad paraFernando Gómez Colomer, vicepresidente deportivo y encargado de lidiar con el toro encerrándose con los futbolistas en el vestuario y poniéndoles como ejemplo el Valencia de los años ochenta, sumido eternamente en un bucle de problemas económicos que los jugadores trataban de no hacer patente sobre el césped.

Desesperado ante los problemas de tesorería, Soriano acabó arrojando la toalla en junio, ‘invitado’ por bancos e instituciones; en los meses previos su figura fue testimonial, dado que los poderes fácticos habían delegado sobre el director general Javier Gómez toda la responsabilidad de pilotar la nave. En abril se firmó el préstamo de 50 ‘kilos’ del empresario Eugenio Calabuig, con el beneplácito de la Generalitat, para reabastecer la caja del club y pagar las fichas de los jugadores. El 4 de junio Soriano presentó su dimisión irrevocable. Entre bambalinas -en Valencia todo se fragua entre bambalinas- ya se había escogido el nombre de su sucesor, pese a la reticencia de Juan Roig a prescindir de él como presidente de Valencia Basket. Entremedias, Gómezpresidió un puñado de días y aprovechó para, por qué no, blindarse el contrato. Manuel Llorente fue anunciado nuevo presidente del Valencia el 9 de junio de 2009.

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EL CAMBALACHE

Así nos plantamos en el 4 de julio de 2009. Empieza lo divertido. Soriano unió fuerzas con Juan Soler, Vicente Silla y otros accionistas de referencia para reunir el 51% de la masa accionarial del Valencia CF y venderla a una empresa desconocida denominada Inversiones Dalport SA. Dicha empresa, cuyo cabeza visible era el uruguayo Víctor Vicente Bravo, abonaría a Soriano el dinero pactado por las acciones, y a su vez el empresario valenciano entregó pagarés al resto de participantes en la operación. En el caso de Soler, Soriano debía pagarle 85 millones de euros por su37% del accionariado. A la larga, el impago de ese dinero acabó en un surrealista intento de secuestro.

Ante la necesidad de liquidez, Llorente y su consejo habían promovido días atrás una ampliación de capital con varias rondas. La Generalitat estaba al corriente. El movimiento de Soler y Soriano con Dalport fue suficiente para enloquecer un verano ya de por sí calentito. Las previsiones fueron por el aire y, si bien los dieciocho millones de euros amasados por el club gracias al hercúleo esfuerzo de sus aficionados y simpatizantes fueron dignos de elogio -servidor apoquinó 550 euros a cambio de once acciones, como muchísimos otros aquel verano-, seguía sin ser suficiente.¿Suscribiría Dalport su 51%? Pasaron los días y llegó la fecha clave. Los nervios eran palpables a las doce de la noche del 21 de agosto en la sede de la Fundación VCF. Nadie apareció. Terminó la primera fase y Dalport no hizo uso de su derecho de suscripción preferente. Su 51% accionarial se diluiría, tras culminarse el proceso, hasta constituir apenas el 5,1% del total. Había quedado fuera de juego. Después Bravo desaparecería, Silla recularía y todos los implicados acabarían inmersos en una larguísima batalla judicial, que a fecha de hoy, todavía no ha terminado.

Sin embargo, para desactivar por completo la amenaza Dalport se parió una solución que en aquel momento ya fue enormemente controvertida, y que cinco años después se ha revelado como terriblemente equivocada.

Como documento histórico es impagable, así que recordemos el comunicado de la vergüenza. En el enésimo cambalache, chanchullo, palitroqueo o como se quiera denominar en la historia de la Generalitat Valenciana, de nuevo los poderes fácticos acudían al rescate. Por un lado, Bankia y su préstamo de 74 millones de euros inyectados a la Fundación VCF para poder adquirir el 72% de las acciones que no se habían suscrito en la anterior fase, eliminando ‘de facto’ la segunda y tercera fases previstas. Por el otro, la Generalitat Valencia con su presidente a la cabeza, Francisco Camps, empleando al Instituto Valenciano de Finanzas como garante de que la Fundación VCF devolvería el préstamo. Famosa y célebre es la frase empleada por Camps en aquella época: «Al Valencia, lo que haga falta». Consecuencias de tratar a la entidad de Mestalla como un granero de votos y no como lo que es: un club de fútbol.

(Extraordinario, por cierto, el cierre del comunicado: «Mediante esta operación, la Fundación inicia el proceso para devolver la propiedad del club a todos los valencianistas». ¿Mande?)

El plan, no obstante, sólo tenía una pequeña pega. Pequeña, minúscula y sin apenas importancia: la Fundación no era, ni es, ni será capaz nunca jamás de devolver a Bankia ese dinero por sus propios medios. Entonces los responsables lo sabían. Los cuatro hombres que están presentes en la foto -Manuel Llorente, Jose Luis Olivas, Gerardo Camps y Jose Carlos de Miguel- eran más que conscientes de ello. Y a fecha de hoy, con una Fundación que genera un volumen de negocio anual de apenas unos 600.000 euros, los responsables lo saben.

Porque, y aquí debemos hacer un inciso, la función primordial de la Fundación nunca fue actuar como accionista mayoritario del club. Tal y como fue concebida hace más de dos décadas, la FVCF tenía -y tiene, aunque lo hayamos olvidado- como objetivo el promulgar, defender, potenciar y difundir los valores valencianistas a través de actividades, escuelas, campañas solidarias, etc.Ese fue su principio fundacional. Meterle a presión dos ‘marrones’ de semejante calibre -ejercer como máximo accionista y un crédito imposible de devolver- supuso una perversión ytergiversación de dichos principios.

Pero daba todo igual. Por aquel entonces, al menos. Esa fue la fórmula escogida por los poderes fácticos en agosto de 2009. Cinco años después, nos encontramos en una situación cómicamente dramática: dentro de un mes toca pagar la mitad del préstamo -que aumentó en varios millones más por los intereses acumulados-, después de varios aplazamientos, y la Fundación sigue sin tener a mano 40,5 millones para cumplir. Por si el proceso de venta no había tenido piedras suficientes, la que se nos viene encima en agosto -si la venta a un comprador no se ha cerrado aún- promete ser un peñasco del tamaño de la que perseguía a Indy en el arranque de ‘El Arca Perdida’.

LA NUEVA FUNDACIÓN

¿Y qué pasó en el entretiempo? ¿Quién dirigió la Fundación entre 2009 y 2013? ¿Buscó soluciones para escapar de un problema tan gigantesco o, por el contrario, permaneció inerte e inmune al lío, esperando de nuevo que la Generalitat lo arreglase? Ya conocen todos la respuesta. Y lo peor de todo… es que la ley, al menos según su interpretación, parecía ampararle. O, al menos, le diogarantías suficientes para seguir adelante con una vida placentera y contemplativa. El próximo día ampliamos.

Fotos: EFE (Kai Fosterling) / valenciacf.com

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